lunes, 4 de mayo de 2009

“Nadie ha venido a hacernos análisis”Familiares de dos fallecidos en ejidos del municipio Soledad de Graciano Sánchez, San Luis Potosí, ignoran la causa de los decesos, a falta de estudios médicos


Shaila Rosagel El Universal Lunes 04 de mayo de 2009 SAN LUIS POTOSÍ, SLP.—


Carmen Yadira Torres, de 19 años, es una de las cuatro personas fallecidas a consecuencia de una “neumonía adquirida en la comunidad”, en un radio de un kilómetro y medio a la redonda, entre el 13 y el 18 de abril, en dos ejidos del municipio Soledad de Graciano Sánchez, en San Luis Potosí.
Su madre no sabe a ciencia cierta de qué murió su hija y ahora vive en la incertidumbre, porque no le han entregado los resultados de los exámenes y las autoridades no han dado seguimiento al caso.
“Nadie. No ha venido nadie a sacarnos sangre ni a hacernos análisis. Nomás me dijeron en el hospital donde la atendimos que le iban a hacer unas pruebas. Hemos llamado, pero aún no nos las dan”, dice Estéfana Meza Rodríguez, mamá de Carmen Yadira. Ella dormía con su hija, quien tenía síndrome de Down. Compartían la habitación con uno de sus hijos, su nuera y un nieto de un año, aun durante los días que permaneció en casa enferma.
En las dos comunidades, los habitantes y familiares de las víctimas se muestran sorprendidos de que las autoridades de salud no hayan establecido un cerco sanitario y que tampoco les den seguimiento a estos casos —tal como lo anuncian las autoridades del sector salud—, pese a que las mujeres mostraban los síntomas de la influenza humana y a que el estado es uno de los más afectados por el brote del nuevo virus.
Los parientes de las cuatro víctimas desconocen si murieron por la influenza porcina, aunque lo sospechan por los síntomas. Sin embargo, las autoridades sanitarias no les han practicado exámenes ni llevan un control o seguimiento. Todos tienen miedo. Al menos una de las víctimas aparece en las cifras oficiales de la Secretaría de Salud del estado, en un municipio que ocupa el segundo lugar después de la capital potosina con 12 casos de infectados.
En ambos ejidos, donde ocurrieron los decesos —Enrique Estrada y La Palma— los habitantes carecen de información oficial. No hay brigadas de salud, letreros informativos, ni seguimiento a los casos. Las fallecidas vivían a 500 metros una de la otra.
El temor que muestran los habitantes y los familiares de las víctimas, es porque su realidad contrasta con la versión oficial que escuchan todos los días por radio y televisión. Por ejemplo, José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud Pública, declaró el 24 de abril que “en todos los casos donde existe un fallecimiento, se hace un seguimiento epidemiológico”. Pero eso no sucede aquí.
Por televisión observan como, en Hong Kong, 188 personas se encuentran en cuarentena sólo por haber compartido un hotel con una persona infectada. En Cantón, Suiza, siete por viajar en un avión con el único caso confirmado en la región.
Su temor es fundado. De acuerdo con el Estudio de Casos de Neumonía por Influenza en San Luis Potosí, de la Secretaría de Salud, los contagios en la entidad empezaron a presentarse desde el 4 de marzo, casi dos meses antes de la alerta epidemiológica. El grupo de edad más afectado tanto en infección como en defunciones es el de 25 a 44 años.
Foco de infección
Los ejidos Enrique Estrada y La Palma se ubican a unos tres kilómetros del Aeropuerto Internacional de San Luis Potosí. Un estado que, de acuerdo con la Secretaría de Salud estatal, contabiliza 127 infectados y 15 decesos por la influenza humana, ubicándose como uno de los principales focos de infección del país a la par del Distrito Federal y el estado de México.
En la primera localidad, Carmen Yadira murió el 13 de abril, después de una agonía de dos semanas, de acuerdo con el certificado de defunción número 149311, de la Secretaría de Salud, una niña de tres meses, el 15, con una neumonía de una semana, —acta número 090244664—. En La Palma, el 16 del mismo mes, Ana Vargas Alonso, de 52 años y de acuerdo con el acta 149311 expedida por el Registro Civil del estado de San Luis Potosí, fechada el día 18, murió Juana Alonso Castillo.
La causa de muerte, en los cuatro casos, fue “neumonía adquirida en la comunidad” o “neumonía viral”.
Las cuatro occisas compartían con familias numerosas de hasta 12 miembros. En todos los hogares hay menores de cinco años, jóvenes en un rango de 18 a 33 años y adultos mayores. Todas fueron atendidas por parientes cercanos durante su agonía. Sus muertes ocurrieron antes de que se emitiera la alerta epidemiológica. Los allegados no tomaron precaución alguna para evitar el contagio. Pensaron siempre que se trataba de la complicación de una gripa.
Las víctimas presentaban los síntomas comunes: fiebre, fuerte dolor de cabeza, espalda, articulaciones y estómago. Expectoración, vómitos, escurrimiento nasal. Dificultad para respirar y amoratamiento.
Cuando iniciaron los síntomas acudieron al centro de salud más cercano, en donde hay un doctor y dos enfermeras. Les recetaron paliativos para la gripa. Al empeorar, acudieron al municipio de Soledad de Graciano Sánchez, donde recibieron medicamento. Después fueron internadas con cuadros graves de neumonía en hospitales públicos y privados de San Luis Potosí, donde fallecieron.
Sin atención
El contraste de la realidad en los ejidos a la de la ciudad de San Luis Potosí y al mismo Distrito Federal, salta a primera vista. En las calles juegan niños. Las tiendas locales están abiertas. Sólo algunos pobladores portan cubrebocas. En el ejido La Palma, se celebra la fiesta de la Santa Cruz. Los habitantes salen al atrio de la iglesia.
El centro de salud está solitario. Carente de carteles alusivos a la influenza.
“Dicen que ahí se murió una señora de una enfermedad rara. De la influenza esa. Pero nosotros tenemos el aire limpio, no creo que nos llegue”, asegura una mujer en La Palma. Ella misma dice saber sólo del tema por lo que ve en la televisión. Una respuesta que aparece una y otra vez en cada entrevistado.
Los familiares de las víctimas siguen con su vida normal. Acuden a trabajos en el campo o talleres. Sólo Hermelinda Cázares, hija de Juana Alonso, está convencida de que su madre falleció de influenza humana.
“No me cuidé, no sabía. Las noticias salieron después de la muerte de mi mamá. Cuando escuché los síntomas me asusté. Tenía todos, igualitos. Ahora tengo miedo, porque yo la cuidé. Mi papá dormía con ella y vivimos mi hija y mi nieta aquí. Estoy al pendiente, a la niña se le acaba de quitar una gripita, ya me había asustado”, narra.
Los padres de la niña de tres meses que también falleció tienen dos hijos más. Su pequeña presentó el cuadro de la influenza humana y en una semana falleció. Sus vecinos ya no los visitan por temor a ser contagiados. Ellos tienen dudas, miedos y no saben qué hacer.
“Cuando murió la niña, bastante gente vino al velorio. Nosotros le dimos su beso de despedida. Ahora con esto de la influenza, los vecinos nos ven feo. Dicen que tienen enfermos, que los contagiamos. Tenemos otros dos hijos y nada más estamos atentos. El niño trae una gripa, pero no tiene fiebre. Pero nadie ha venido a informarnos nada. Nomás estamos atentos”, dice el padre, quien solicitó omitir su nombre.
Los familiares de las víctimas, lejos de recibir apoyo o alguna visita de autoridades del sector salud, sobrellevaron problemas económicos para el tratamiento y falta de apoyo de los centros de salud públicos.
La hija de Ana Vargas vive en una casa con piso de tierra, sin puertas ni ventanas. Algunas moscas vuelan en el área y Antonina Zapata sólo tiene deudas en el Hospital Central Doctor Ignacio Morones Prieto, el cual pertenece a la Secretaría de Salud. Carece de seguridad social. “Nada más, en los últimos dos días, me cobraron 8 mil 711 pesos. Pude dar mil 500. Con eso me la entregaron. Lo demás lo estoy abonando”, señala.
Ana enfermó desde el 23 de febrero de una gripa con fiebre y tos, la cual se fue complicando poco a poco hasta fallecer mes y medio después. En la valoración que el hospital le realizó durante uno de sus últimos egresos —28 de marzo— se lee: “Es valorada por el servicio de nefrología, quienes proponen a los familiares comienzo de terapia sustitutiva, la cual es rechazada por motivos económicos”.
Confusión en cifras
Hasta la noche del sábado, el secretario de Salud Pública informó que en el país suman 19 decesos y 473 casos por el nuevo virus de influenza humana. La mayoría de éstos, en el Distrito Federal. Pero las cifras federales no coinciden con las estatales y éstas últimas con las municipales en San Luis Potosí.
La Secretaría de Salud del estado informa en su página web que ya hay 15 decesos en la entidad. Y de los 127 casos de infectados, 94 se registran en la capital potosina, 12 en Soledad de Graciano Sánchez, cuatro en Matehuala, tres en Santa María del Río, tres en Charcas, tres en Rioverde, y uno en Villa de Arriaga, Villa Hidalgo, Venado, Ahualulco, Villa de Guadalupe, Valles, Tamuín y Tamasopo.
En el Estudio de Casos Probables de Influenza de la Jurisdicción IV, municipio de Rioverde —que sólo cuenta con tres casos según la entidad— señala que hasta el viernes había 35 probables contagios y ocho neumonías.
Ese martes 31 de marzo, Carmen Yadira no cantó al son de la música de banda que escuchaba en la radio como de costumbre, recuerda su madre. Se recostó con los pies hacia arriba porque le dolían al igual que la parte baja de la espalda.
La joven llevaba una vida sedentaria. Salía sólo a la celebración eucarística. Debido al síndrome de Down, sus familiares preferían mantenerla en casa. No viajaba a San Luis Potosí. De pronto enfermó.
No probó alimento y pasó la tarde recostada. Al día siguiente la llevaron al Centro de Salud del ejido Enrique Estrada. Le dieron de alta y le diagnosticaron gripa.
“El viernes estuvo mejor, se fue a misa, llegó y se acostó. Volvió a recaer, le dolía la cabeza y el estómago. De ahí la llevamos otra vez al centro de salud con calentura. Nunca se le quitó. El lunes 6 de abril la llevamos con un pediatra en Soledad, le dieron unas inyecciones. Le dijeron que tenía cuadro de neumonía”, relata Candelaria Álvarez, cuñada de Carmen Yadira.
Un día después, ya estaba inconsciente, con los labios y las uñas de los dedos de las manos amoratados. La internaron y controlaron sus síntomas con oxígeno. “Murió una semana más tarde. La llevamos a la clínica de Nuestra Señora de los Ángeles el sábado. Duró el domingo y el lunes día 13 falleció”, cuenta.
La vivienda que habitaba Yadira, se encuentra a la orilla de la carretera. En la puerta hay un moño blanco. En el interior una estancia en donde aparece un altar con flores que se usó en el velatorio de la joven. La casa tiene además tres recámaras. Alberga a 12 personas, tres de ellas menores de uno, tres y cinco años.
A Carmen Yadira la velaron en la parroquia del ejido. Estuvo lleno, recuerdan. Era querida y conocida por sus vecinos. “No creo que se haya muerto de influenza. Ya nos hubiera dado a todos, qué no. Pero quién sabe. Tenía los mismos síntomas que dicen. Quién sabe cómo se pegará ese virus”, dice Candelaria mientras muestra una fotografía de la joven.
La familia de Carmen Yadira cooperó para costear los gastos médicos en una clínica particular. El total ascendió a 200 mil pesos. “Nos dijeron que traía el corazón muy grande y líquido en los pulmones”.

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